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Muy buenas,
Os saludo un dia despues de lo acostumbrado a causa de las fiestas de Pentecostes que nos han cerrado los comercios el sabado y el lunes.
Esta semana es la semana de la nostalgia: melancolia en forma de fiesta de despedida. Todo tiene un final, tarde o temprano. Las fiestas, siempre tan alegres, se han teñido de un color gris oscuro; la gente se empieza a ir, es ley de vida. Lastima que Javi, que volvio esta semana para revisitar Lille y salir desde aqui al aeropuerto de Bruselas y luego a España, hiciera la visita cuando todo se esta acabando. El jueves despediamos a Marina, de Grecia y el Sabado a mi eslovaca preferida, Barbara. Ya se que solo me queda un mes, pero se me van a hacer grises estas cuatro gacetillas que quedan.
En el trabajo, las fiestas habituales se dejan en periodo de vacaciones - se tenia que aprovechar el buen tiempo y el puente, por lo que la mayoria de mis compañeros han salido de Lille. El grueso de mis compañeros de residencia en cambio, se quedo para despedir a los que regresan. No resulta facil hacer una fiesta de despedida. Que actitud tomas? No puedes estar triste, no puedes estar alegre; la reaccion inicial es la pena, pero se supone que debes mostrar tu mejor cara para la persona que se va. No es la mejor de las situaciones, desde luego, cabria perfetamente en la cancion de los "odios" de Revolver.
A pesar de todo, logramos encadenar un par de noches en el Cafe Latina, el unico pub de Lille que no te dejan entrar si te confunden con un frances. En cuanto hablamos un poco mas, el portero, un negro con pinta de armario de dos cuerpos, nos dice "Ah, pero sois españoles... pasad pasad, lo siento". Yo alucinando. El segundo dia que fuimos ya nos daba la mano al entrar, ver para creer.
El jueves empezamos la tarde con una copa en uno de los numerosos pequeños locales del "viejo-Lille" - leer el centro de Lille -, en esa ocasion repleto de globos que dieron mucho juego entre trago y trago. A continuacion fue la primera cena de despedida, la de Marina. Una creperie en el centro y luego una visita a La Latina para encontrar al resto. Una noche en la que apenas consegui encadenar unas horas de sueño antes de ir a trabajar. Naturalmente el viernes habia que salir,era necesario.
Por la noche se batio mi record personal. La noche acabo a las seis y media tomando unos croisants con chocolate con Javi y dos chicas francesas que acababamos de conocer. Haciendo un calculo rapido, en ese momento, en 72 horas habia dormido apenas cuatro. Lo curioso era que seguia siendo capaz de mantenerme en pie. El resto del dia - que ya era sabado - volvio a lucir el sol, con lo que era obligado hacer un picnic en el parque Vauban. Bufff.
Por la noche, otra cena de despedida, para Barbara. La cifra de la noche fueron ocho, ocho botellas de vino. Curiosamente, Barbara con sus veintidos años ya cumplidos, jamas habia abierto una botella de vino en toda su vida. Esa noche hizo gala de tinto, rosado, espumoso, champaña,... No se puede decir que no vuelva a Eslovaquia sin esperiencia. Se empeño en abrir personalmente todas las botellas del repertorio.
La noche no dio mas de si a causa de cansancio de todos. A la mañana siguiente la lluvia borraba los restos del magnifico sol que nos habia acompañado durante toda la semana, un tiempo que invita a descansar. A dormir durante todo el dia. Tiempo gris para despedir una semana de despedidas.
Hasta la semana que viene.
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"Bienvenidos al mundo real"
un inforMATRIXco en Lille 2004
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