Buenos días a todos,
Esta semana ha pasado muy rápido. Menos intensa, más tranquila. El frío ha vuelto a Lille, aunque la calefacción no lo haya hecho. Hace mucho frío en la residencia.
Para comenzar la semana, en el trabajo, pasó algo inédito. Uno de nuestros nuevos clientes, situado en la magnífica ciudad de Córdoba ("assento andalúh...") se cargó su servidor Windows y un técnico tuvo que transladarse desde tierras andaluzas hasta París para repararlo. Como no tenemos servicio técnico con ventanitas (aquí se habla Linux) no le quedó más remedio. Menos mal que hoy en día el viaje está barato (89 Euros ida y vuelta Barajas-Orly), porque si no, lo hubiéramos perdido. La escena fue poco más que inédita, el inglés que hablaba lo "hasssia con mussssho harteee" y los franceses no hacían más que decirle (según sus propias palabras) que "comprara pan" (compre pá, compre pá). En fin... Toque gracioso para empezar la semana.
El lunes Maria Chiara, nuestra italiana querida, volvió de tierras italianas, trayendo su alegría por duplicado. Su hermano ha visitado la residencia y se quedará por aquí un par de semanas. Lo curioso es que Nicolá, que así se llama su hermano, habla español casi perfectamente y como tiene que hacer el examen de español dentro de 15 días, aprovecha y habla con nosotros en español casi todo el tiempo, con el consiguiente cabreo de su hermana que no pilla casi nada.
Una de las rumanas, Diana, habla también español mejor que francés y dado el elevado número de hispanohablantes de la residencia, casi podemos decir que estamos haciendo "patria" (si es posible aplicarlo a un idioma) con el español. Ya hay varios extranjeros (entre ellos la propia Maria Chiara, Bárbara, etc) que les ha picado el gusanillo del castellano. Conquistamos el mundo...
El jueves continué con mi fiesta de cumpleaños en el trabajo (ya, ya sé, fue hace una semana) con lo que nos fuimos a beber a "La Pirogue" un antro del viejo Lille en el que lo único que podías hacer era beber; no había espacio para bailar y la música estaba demasiado alta para hablar, así que nada, al tema. Lo gracioso es que yo no hacía más que pedir consumiciones suaves y en algún momento de la comunicación (léase los muy capullos de mis compañeros) la bebida cambiaba por alguno de los "punchs" más fuertes. Lo peor de todo es que yo me los bebía... en fin, casi mejor no pensarlo.
Después de la fiesta, tocaba la cena. Como el jefe pagaba (no me preguntéis por qué) nos encaminamos a uno de los restaurantes más caros
de Lille: "La Chicorée" en la plaza Rihour. Naturalmente la armamos. Yo recuerdo que la pareja que estaba al lado nuestro, un matrimonio muy
bien vestido y con pinta de muy estirados, acabó hablando con Paul y conmigo (en nuestro estado) de la empresa, de qué hacíamos, a lo que nos dedicábamos... en fin, esperpéntico. Menos mal que se retiraron antes de que el desmadre llegara a límites insospechados; prefiero no dar detalles.
Yo recuerdo que terminé durmiendo en el suelo de la casa de Raúl porque se me calleron las llaves en el coche de Edouard y no pude entrar en mi habitación; gracias a Bárbara que se despertó a eso de la una y media para dejarme el saco de dormir de Maria Chiara. ¿Tengo que decir que hacía frío y que no había calefacción? ¿Téngo que decir (de nuevo) que era jueves y el viernes empezábamos a las 9:00? En fin rutina.
El sábado era el aniversario del desembarco de Normandía, el día de la liberación. En la plaza Rihour hubo un concierto de una escuela de canto interpretaba canciones de toda Europa. Gracioso ver a los franceses desenvolverse en otros idiomas. Una de nuestras amigas se atrevión con "Dos gardenias", la versión clásica, con mucho acento, eso sí. De España además de esa, escuché "Un año de amor" y "Piensa en mí". El nivel era desigual, pero fue interesante.
Aproveché para visitar el stand de Grecia y Chipre (era uno), Eslovaquia, Eslovenia, Italia y hasta me pasé por el de España, sólo por
curiosidad. Al término de las canciones, sangría y pastas a discrección por obra y gracia de la organización. A la vuelta pasamos por un
concierto de ská en la plaza de la república, frente al palacio de Bellas Artes con lo que completamos la tarde.
Por la noche celebramos una fiesta italiana con motivo de la llegada de Nicolá con sesión de karaoke incluída. El que más triunfó fue Alejandro Sanz (que conquistamos el mundo, en serio) y su corazón partío. Por la noche, la canción de "dos gardenias" (la nueva) nos hizo bailar hasta altas horas de la noche.
Buena semana con mucho sabor italiano, primera semana de la nueva Europa (ya somos 25). ¿A alguien le apetece venirse a visitar los balnearios de Eslovaquia? Las fotos del paisaje de Bratislava (la capital) a orillas del Danuvio me ha cautivado. Hablaré con Bárbara para arreglar algo, lo digo totalmente en serio, será muy interesante.
Un saludo desde Lille.